21.12.11
ARTIFICES DEL PATRIMONIO 2011
El 28 de diciembre a las 18h en el Espacio Virrey Liniers, Venezuela 469, se llevará a cabo la Octava Edición del
tradicional reconocimiento denominado Artífices del Patrimonio. Con este evento
el Programa Los Barrios Porteños, dependiente de la Dirección General
Patrimonio e Instituto Histórico viene cerrando sus actividades anuales desde
el 2003.
Se
consideran como Artífices del Patrimonio a aquellas personas que debido a su
trabajo constante, silencioso, y realizado de manera entrañable, producen
instancias singulares, que sin ninguna duda permiten el enriquecimiento de
nuestro patrimonio cultural.
A
través de su tarea se han convertido en ejemplo para todos, al trasmitir su
pasión por las actividades que han abrazado.
Estos
Artífices son verdadero Patrimonio Viviente (tal como los considera la UNESCO).
Entre
los Artífices distinguidos en ediciones anteriores recordamos, entre otros, a
Sarah Bianchi (titiritera y artista plástica), Alberto Selvaggi (relojero
monumental), Eduardo Pérez “Nariz” (murguero), Emilio Patarca (platero), Pablo
Medina (creador de La Nube,
literatura infantil, cultura popular), Licinia Tomás de Moreno (propietaria del
Café Notable El Progreso), Luis Príamo (investigador de la fotografía antigua),
Antonio Caro (Cirujano de muñecas), Luis Rodríguez (calesitero), Celia Rocha
(folklorista), Coty Bustamante de Pace (cocinera artesanal), Luis Zorz
(fileteador), Casimiro Sejas (maestro yesero); Carlos Amadini y Juan Weinhold
(restauradores de órganos), Néstor Pereyra (resero), Carlos Onetto
(conservación y restauración edilicia), Nazareno Anconetani (fabricante de
acordeones), Aquilino González Podestá (Asociación Amigos del Tranvía), José
Estruch (vitralista), Juanita Cacace (ex integrante de la Orquesta de Señoritas
Hermanitas Cacace), Gerardo Mazur (protector y promotor del patrimonio
muralístico de la SHA,
escritor), Veneranda B. de Marchioni (una de las primeras mujeres diplomáticas,
benefactora de la niñez), Oscar Félix Haedo (escritor, historiador y crítico de
Arte), Rubén Rodríguez Ponziolo (historiador del barrio de La Boca y escritor), Héctor
Núñez Castro (fabricante artesanal de soldaditos de plomo) y Roberto De Luca
(fotógrafo e investigador urbano)
En
esta Octava edición son distinguidos como Artífices del Patrimonio:
·
Roberto Fanego
(Gerente del Café Tortoni a partir de la década de 1950, y verdadero animador
cultural porteño)
·
Antonio Oscar Sturla (Jardinero del Museo Municipal de Arte Español Enrique
Larreta, tarea que desempeña con conocimiento y
verdadero amor desde hace más de veinte años)
·
Otilia Da Veiga (Poeta
lunfarda e historiadora del barrio de San Cristóbal. Vicepresidenta de la Academia Porteña
del Lunfardo)
·
Ana María Weckesser (Luthier de bandoneón)
20.12.11
Miradores de la Ciudad
La Dirección General Patrimonio e Instituto Histórico a través de su programa "Miradores de la Ciudad" los invita a participar de las visitas guiadas en el ex Restaurante Panorámico del Automóvil Club Argentino (ACA). Desde la altura se podrá observar una imponente vista del Barrio Parque, el Río de la Plata, el Puerto y los Parques de Palermo.
La
primera visita guiada se realizará el martes 10 de enero a las 17h en
Avenida del Libertador 1850.
La inscripción se realizará a partir del martes 3 de enero de 9 a 15h al 4339-1900 - Ints. 126/127. ENTRADA GRATUITA.
Un relato del 19 de diciembre de 2001
Este relato pertenece a Juana, habitante de la villa 1-11-14
"El 19 de diciembre a la noche empezaron a organizar en el barrio unas reuniones.
Estaba acostada y me despertaron los gritos espie por la cerradura con mi ojo derecho (siempre me olvido que con ese no veo)
Me volví a agachar y esta vez con el ojo que veo vi quienes organizaban el raje
Eran los chorros y los canas de la villa
Desperte a mi hija puse el agua para el mate
Me fui a la casa del Negro a buscar fierrros (mi vecino junta fierros y los vende)
Volví. Cerré la puerta empece a cebar mate con el fierro al lado mio y le dije a mi hija Nos quedamos aquí."
Este texto junto con otros ayudarán a construir una historia menos simplista, menos dogmática, menos teórica.
Sin embargo en la frase de Juana: "Nos quedamos aquí" hubo toda una definición de resistencia, que en su caso no empezó ese día, sino que tiene una larguisima cronología de maltrato sin fechas.
"El 19 de diciembre a la noche empezaron a organizar en el barrio unas reuniones.
Estaba acostada y me despertaron los gritos espie por la cerradura con mi ojo derecho (siempre me olvido que con ese no veo)
Me volví a agachar y esta vez con el ojo que veo vi quienes organizaban el raje
Eran los chorros y los canas de la villa
Desperte a mi hija puse el agua para el mate
Me fui a la casa del Negro a buscar fierrros (mi vecino junta fierros y los vende)
Volví. Cerré la puerta empece a cebar mate con el fierro al lado mio y le dije a mi hija Nos quedamos aquí."
Este texto junto con otros ayudarán a construir una historia menos simplista, menos dogmática, menos teórica.
Sin embargo en la frase de Juana: "Nos quedamos aquí" hubo toda una definición de resistencia, que en su caso no empezó ese día, sino que tiene una larguisima cronología de maltrato sin fechas.
13.12.11
Concierto de Órgano (DGPeIH)
El domingo 18 de diciembre a las 20.30 horas, se realizará
un concierto de órgano a cargo de Enrique Rimoldi.
El evento será en la
Iglesia Nuestra Señora
de Montserrat, sita en la Avenida Belgrano
1151. La Dirección General Patrimonio e Instituto Histórico
del GCBA - Ministerio de Cultura que en año 2007 estuvo a cargo de supervisar la restauración del
órgano Serassi (Opus 669 - construido en 1867 por Fratelli Serassi).
Enrique Rimoldi: Se ha presentado en diversas
oportunidades en el Teatro Colón de Buenos Aires como organista en las
Pasiones Según San Mateo y San Juan (Johann Sebastian Bach).
Su repertorio abarca música para órgano
desde el siglo XIII al actual, incluyendo la obra completa para
órgano de Doménico Zipoli, Wolfgang A. Mozart y César Franck.
Programa:
Michelle Corrette Magnificat del
segundo tono
( 1709 – 1795 ) (Preludio – dúo
– pastoral – diálogo)
Nicolas Le
Begue Dos villancicos:
(1630 – 1702 ) -Por el amor
de María
- Ven Divino Mesías
Johann Pachelbel - Toccata en fa mayor
(1653 – 1706) - Fuga en do
mayor
- Coral: Del alto cielo vengo
Johann S. Bach - Pastoral en fa
mayor BWV 590
(1685 – 1750) (en cuatro movimientos)
Anónimo inglés - Variaciones
sobre una melodía navideña
(siglo XVIII)
Claude Balbastre Tres villancicos:
(1727 – 1799) - Cuando Jesús nació en navidad
- A la llegada de navidad
- Vuestra Bondad, Gran Dios
12.12.11
11.12.11
La que pierde es la enseñanza de la historia (Fuente: Diario Clarín)
La que pierde es la enseñanza de la historia
La que pierde es la enseñanza de la historia
POR FEDERICO LORENZ HISTORIADOR. AUTOR DEL LIBRO “COMBATES POR LA MEMORIA” (CAPITAL INTELECTUAL)
- 10/12/11
Los docentes debemos estar agradecidos. El director del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico “Manuel Dorrego” ha decidido facilitarnos la tarea al dividir las acciones humanas en el pasado por una tajante línea entre “nacionales” y “extranjerizantes”. Sin duda esa simplificación nos ayudará a organizar los contenidos.
Deberemos, eso sí, desandar el camino que miles de maestros, profesores, alumnos y padres venimos haciendo desde 1983 para abordar el pasado en su complejidad y con rigor , para reparar hacia el futuro las heridas de una sociedad binaria de palabra y de hecho. Las experiencias locales, regionales, familiares, deberán reinterpretarse en una clave dualista, planteada por los dos polos entre los que aparentemente se dirime la cuestión historiográfica. Habrá por supuesto, preguntas incómodas: “Profe, ¿la izquierda nacional no apoyó el desembarco en Malvinas?” “Profe, ¿no repatrió Menem los restos de Rosas? ¿No nos contó usted que quería demoler la ESMA?” Algunos críticos del Dorrego tampoco nos ayudan. Superponen a sus críticas metodológicas, que compartimos, sus simpatías ideológicas, respetables, pero que deben explicitar.
La verdadera discusión es acerca de quiénes tienen legitimidad para hablar sobre el pasado . Siempre ha sido así, pero muchos se han acostumbrado y formado en la idea de que existen prácticas y saberes inmunes a su contexto.
Desde el aula, es todo distinto. Lo que hoy vemos desde ella es que en el debate ambas partes comparten una visión que secundariza a las mayorías, que los despoja de un modo u otro de su capacidad de agentes de la historia.
Lo que es más grave, no tanto en el pasado, sino en el presente: apólogos y detractores del Dorrego asumen que las personas tienen una actitud pasiva frente a los relatos.
Si no han sido históricamente engañadas, están a punto de ser manipuladas. Ambas posturas les fijan estándares para relacionarse con el pasado.
En un caso, hay una voluntad explícita de intervención, cuestionada por su calidad académica; en el otro, hay un tardío descubrimiento del descuido de un campo que reforzaría la legitimidad del oficio, no de manera plebiscitaria, sino por apropiación.
Que el Gobierno sancione por decreto una visión, tanto como el abroquelamiento en ciertas formas “académicas” como respuesta, no hace más que empobrecer la discusión.
Los docentes sabemos que nada es tan lineal como se plantea. Un aula es un espacio complejo que nos obliga a pensar y revisar nuestro trabajo y nuestras convicciones, porque un saludable aprendizaje social nos ha hecho desconfiados y refractarios a las dogmatizaciones .
Como escribió el uruguayo José Pedro Barrán, historiador y profesor: “Para quien enseña, investigar es muy importante, porque ahí entendés lo frágil que es tu conocimiento, lo vulnerable, lo difícil que es lograrlo, y el contacto con los alumnos se dulcifica. Vos no das un conjunto de dogmas, de saberes inalterables (…) Le das a entender al otro que el conocimiento que le estás transmitiendo se reestructura permanentemente.
Transmitir eso a veces es más importante que transmitir verdades” . Puesta a elegir entre una ciudadela y una torre de marfil, la Historia, ese híbrido de poesía y razón, pasea a sus anchas, descalza y en primavera, en la tierra de nadie, dueña de sí misma, fotograma fugaz de una película que todos actuamos y nunca termina, pero de la que algunos se creen guionistas y directores.
5.12.11
Buenos Aires Fútbol
El jueves 15 de diciembre a las
19h se presentará el libro “Buenos Aires Fútbol. Clubes,
canchas y estadios en la
Cap. Fed. Desde 1867 hasta el presente” de Leonel Contreras en el
Espacio Virrey Liniers - DGPeIH (Venezuela
469).
El fútbol
tuvo su origen en nuestro país hacia 1860. Llegó
de Gran Bretaña con los marineros
ingleses que arribaban
frecuentemente a los puertos de
Buenos Aires y Rosario. Posteriormente se convirtió en el
deporte más popular y es por eso que
actualmente nuestra ciudad alberga a decenas de clubes
y a cientos de lugares que tuvieron
que ver con la historia grande del fútbol
argentino y mundial. Este hecho
destaca a Buenos Aires por sobre todas las
otras ciudades del orbe: es casi con
seguridad la metrópoli que posee la
mayor cantidad de estadios de fútbol
en todo el mundo (solo dentro de los
límites de la
Capital Federal hay dieciocho). Algunos pasan desapercibidos; otros en cambio, son
visitados asiduamente por los
turistas extranjeros, tal el caso del
Monumental o la
Bombonera.
Leonel Hernán Contreras nació
en 1976. Es Licenciado en Historia de la Universidad
del Salvador
y trabaja en la
Dirección General
de Patrimonio e Instituto Histórico. Es Secretario Gral.
de la
Junta Central
de Estudios Históricos de la Ciudad de Buenos Aires,
Presidente de la Junta de Estudios Históricos del barrio Parque Chacabuco y miembro del Consejo Editorial
de la
Revista “Historias de la Ciudad”.
Ha publicado diversos libros sobre la
historia y los personajes de la
Ciudad de Buenos Aires, entre otros: La leyenda del Petiso Orejudo (2000), Buenos Aires, la ciudad.
breve historia (2004), Rascacielos porteños (2006), Buenos Aires: leyendas
porteñas (2006) y Buenos Aires y el transporte (2007).
4.12.11
Ni yankis ni revisionistas…
Muchos años pasaron desde que la mayoría de los que hacemos historia abandonamos a los héroes (de bronce y de barro) y a las grandes batallas para preguntarnos acerca de otros sujetos sociales. Porque eso es la historia: hacerse preguntas sobre cosas que no podemos resolver, buscar explicaciones en distintos tipos de fuentes, sacar algunas conclusiones que, a veces, se acercan a la verdad, y transmitirlas para que alguien nos las discuta.
Hace tiempo que la mayoría de los historiadores buscamos algo parecido. Argentinos y de otras tierras, “modernos” y “juntados”, amantes de los documentos escritos, de las fuentes orales, de las imágenes y los sonidos, feministas y machistas, religiosos y agnósticos, ortodoxos y heterodoxos, stalinistas y trotskistas. Una multiplicidad de miradas, estilos e instituciones que forman el colectivo “historiadores”, con carnet o sin él, rentados o amateurs, y hace por lo menos 50 años decidió “dar voz a los sin voz”, contar la “otra historia” (que, por cierto, no es la de los grandes héroes).
Fue así como surgieron las historias de géneros, de la vida cotidiana, de la sexualidad, del arte político, la historia social, económica, cultural, y tantas historias como pudiéramos imaginar.
No digo que no existan grupos de poder dentro de la historia, simplemente digo que cuando hay poder, también hay resistencia y que las “historias oficiales” sólo existen en la cabeza de los funcionarios que crean o protegen instituciones o implementan programas de estudio.
Muchos de nosotros, que nunca fuimos ni seremos liberales, pero tampoco adherimos al revisionismo como escuela histórica (entre otras cosas, porque la historia es siempre una interpretación, y por lo tanto una revisión de ideas, de conceptos y de contextos), que no hacemos historia como Mitre, ni como José María Rosa, ni como… hacemos historia como nosotros mismos, como cada uno de nosotros.
Tomamos herramientas de cientos de lugares, nos formamos dónde y cómo podemos, acordamos en algunas cosas con algunos, nos peleamos unos con otros, nos agrupamos por afinidades políticas y de las otras (en el mejor de los casos, formando equipos de trabajo, y en otros, apenas, bolsas de gatos) o andamos a contracorriente como perros (más que lobos) sueltos. Y de repente nos vemos envueltos en una discusión que, creíamos, ya estaba agotada hace mucho, mucho tiempo.
Por un lado, un grupo que se arroga la institucionalización del llamado “revisionismo histórico” parece decidido a desenterrar fantasmas del pasado, que no habían sido abandonados por ocultamiento ni por una estrategia conspirativa de un par de cátedras de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Esos fantasmas, al estilo de los dioses de Nietzsche, habían muerto de aburrimiento.
¿Cómo competir con los cambios y las permanencias, con las estructuras e infraestructuras, con el análisis del discurso? ¿Cómo resistir ante la posibilidad de analizar procesos en los que si había héroes, eran héroes colectivos que se levantaban contra grupos de poder y resistían, y más que batallas hacían revoluciones o simplemente, vivían?
Por el otro lado, algunos periodistas o autores mediáticos, de dudosa vinculación con las metodologías historiográficas (siendo generosos), parecen extemporáneamente volver a la discusión de los diplomas. Pretenden arrogarse el derecho de admisión a un panteón académico que afortunadamente hace muchos años se encuentra en ruinas y vacío. Los “dioses del Olimpo” y las musas también abandonaron la tierra, donde la historia la escriben todos los días gentes de las más diversas profesiones, oficios o “laburos”, muchas veces, de manera casi anónima, como los que están en las “trincheras” de las escuelas primarias y secundarias, editoriales, centros culturales y barriales, diarios y revistas.
Afortunadamente, la historia se escribe más allá de los decretos y de las notas “de opinión”, e incluso más allá de los historiadores y de sus interpretaciones.
¿Nos sentimos atacados? La verdad que sí, entre otras cosas porque parece que alguna “mano invisible” quisiera imponer una especie de pensamiento único justo cuando hemos logrado respetarnos entre los más diversos, configurando un espacio de miradas multifocales. No somos todos modernos, no somos todos marxistas, no somos todos peronistas.
Somos historiadores y queremos hacer lo que más nos gusta: crear problemas.
Graciela Browarnik Historiadora, docente, autora.
Miembro de la Asociación de Historia Oral de la República Argentina
Hace tiempo que la mayoría de los historiadores buscamos algo parecido. Argentinos y de otras tierras, “modernos” y “juntados”, amantes de los documentos escritos, de las fuentes orales, de las imágenes y los sonidos, feministas y machistas, religiosos y agnósticos, ortodoxos y heterodoxos, stalinistas y trotskistas. Una multiplicidad de miradas, estilos e instituciones que forman el colectivo “historiadores”, con carnet o sin él, rentados o amateurs, y hace por lo menos 50 años decidió “dar voz a los sin voz”, contar la “otra historia” (que, por cierto, no es la de los grandes héroes).
Fue así como surgieron las historias de géneros, de la vida cotidiana, de la sexualidad, del arte político, la historia social, económica, cultural, y tantas historias como pudiéramos imaginar.
No digo que no existan grupos de poder dentro de la historia, simplemente digo que cuando hay poder, también hay resistencia y que las “historias oficiales” sólo existen en la cabeza de los funcionarios que crean o protegen instituciones o implementan programas de estudio.
Muchos de nosotros, que nunca fuimos ni seremos liberales, pero tampoco adherimos al revisionismo como escuela histórica (entre otras cosas, porque la historia es siempre una interpretación, y por lo tanto una revisión de ideas, de conceptos y de contextos), que no hacemos historia como Mitre, ni como José María Rosa, ni como… hacemos historia como nosotros mismos, como cada uno de nosotros.
Tomamos herramientas de cientos de lugares, nos formamos dónde y cómo podemos, acordamos en algunas cosas con algunos, nos peleamos unos con otros, nos agrupamos por afinidades políticas y de las otras (en el mejor de los casos, formando equipos de trabajo, y en otros, apenas, bolsas de gatos) o andamos a contracorriente como perros (más que lobos) sueltos. Y de repente nos vemos envueltos en una discusión que, creíamos, ya estaba agotada hace mucho, mucho tiempo.
Por un lado, un grupo que se arroga la institucionalización del llamado “revisionismo histórico” parece decidido a desenterrar fantasmas del pasado, que no habían sido abandonados por ocultamiento ni por una estrategia conspirativa de un par de cátedras de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Esos fantasmas, al estilo de los dioses de Nietzsche, habían muerto de aburrimiento.
¿Cómo competir con los cambios y las permanencias, con las estructuras e infraestructuras, con el análisis del discurso? ¿Cómo resistir ante la posibilidad de analizar procesos en los que si había héroes, eran héroes colectivos que se levantaban contra grupos de poder y resistían, y más que batallas hacían revoluciones o simplemente, vivían?
Por el otro lado, algunos periodistas o autores mediáticos, de dudosa vinculación con las metodologías historiográficas (siendo generosos), parecen extemporáneamente volver a la discusión de los diplomas. Pretenden arrogarse el derecho de admisión a un panteón académico que afortunadamente hace muchos años se encuentra en ruinas y vacío. Los “dioses del Olimpo” y las musas también abandonaron la tierra, donde la historia la escriben todos los días gentes de las más diversas profesiones, oficios o “laburos”, muchas veces, de manera casi anónima, como los que están en las “trincheras” de las escuelas primarias y secundarias, editoriales, centros culturales y barriales, diarios y revistas.
Afortunadamente, la historia se escribe más allá de los decretos y de las notas “de opinión”, e incluso más allá de los historiadores y de sus interpretaciones.
¿Nos sentimos atacados? La verdad que sí, entre otras cosas porque parece que alguna “mano invisible” quisiera imponer una especie de pensamiento único justo cuando hemos logrado respetarnos entre los más diversos, configurando un espacio de miradas multifocales. No somos todos modernos, no somos todos marxistas, no somos todos peronistas.
Somos historiadores y queremos hacer lo que más nos gusta: crear problemas.
Graciela Browarnik Historiadora, docente, autora.
Miembro de la Asociación de Historia Oral de la República Argentina
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