(Palabras del Ministro de Cultura, Hernán Lombardi para Diario La Nación del 30 de agosto de 2011)
El patrimonio cultural es parte de una herencia que da cuenta del recorrido histórico que las sociedades viven y construyen a lo largo de generaciones. Se enmarca dentro de un proyecto global de cultura que una sociedad tiene y lleva a cabo en el tiempo que le toca gestionarla y construirla. Toda manifestación material e inmaterial, de hecho, es testimonio de procesos culturales por preservar.
Cada generación deja su marca para la próxima y la habilita para su uso, disfrute y consideración de los saberes culturales heredados. El patrimonio debe ser concebido no sólo en función de resguardar el pasado, sino para ser considerado en la proyección de políticas públicas hacia el futuro.
Las ciudades, en general, y la de Buenos Aires, en particular, son organismos dinámicos en permanentes transformaciones. Las políticas patrimoniales, entonces, deben identificar las diversas capacidades urbanas que permitan la utilización de los bienes históricos patrimoniales en función social y con el mayor grado de optimización pensando en las demandas y recursos disponibles.
Es en esta tensión entre las consideraciones patrimoniales y el dinamismo de las urbes donde deben actuar las estrategias de la sociedad y el Estado.
Los mecanismos de preservación tienen dos instrumentos: los provenientes por espacio normativo y los derivados de las condiciones de usos sustentables compatibles con el resguardo patrimonial.
Hay argumentos obvios que, a veces, necesitan ser recordados. El Estado puede permitir un uso de un inmueble. Evidentemente, por lo tanto, puede prohibir un uso de un inmueble. Pero es obvio que no puede obligar a determinado uso a un propietario.
La no comprensión de esta situación ha llevado a que las mejores intenciones normativas condujeran a frustraciones, donde los bienes quedan abandonados a su lenta demolición "anunciada".
El respeto de las tradiciones y la historia exige la combinación del diseño y la aplicación de normativas con el fomento para la elección de usos sustentables.
Es la manera inteligente y sensible que entiende al patrimonio de la ciudad como algo vivo y complejo que sólo existe si su uso y disfrute es colectivo.
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