La postal de aquel campeonato del ’78. Alegría y rabia. ¡Algo por fin para festejar! ¿Entre quiénes?
La alegría de ese deporte nos conmueve siempre. Pero ¿podemos fragmentarnos tanto y apasionarnos con un gol, mientras nos olvidamos plácidamente de los que están desapareciendo?
Hay una alegría amarga en cada grito de cada gol argentino en el '78.
Hoy en democracia, a 34 años del Golpe, tenemos la responsabilidad de configurar esas caras, esas identidades que fueron desparecidas. Recrearlas con la memoria, con la justicia.
Tenemos derecho a la verdad. A vivir con sincera alegría, no necesitramos solo fuegos artificiales.
Alegría esta vez genuina. .
De todos modos, sigamos alertas. Sigamos pidiendo justicia.
Para que la alegría nunca más vuelva a ser una trampa.